Steve Jobs
Algún día, al inicio de los 80s, mi tío Fernando invitó a trabajar a mi papá, en una empresa que estaban formando, para desarollar software. En ese entonces Apple todavía tenía una presencia importante en el área de los negocios (que luego perdería casi completamente, hasta hace unos pocos años) así que tenía sentido desarrollar software para la Mac. O era todavía la Apple II? No sé realmente. Yo nací en el 81. Esta historia es como la recuerdo; de alguna manera como la escuché y como la imagino. Pero recuerdo bien el poster de la manzana de colores que tiene mi tía Ana Luisa en su biblioteca (que veo siempre con envidia – de la buena -), y el certificado de Apple que los cualificaba como empresa desarrolladora.
No estoy seguro cómo va toda la historia. Solo sé que algo así sucedió. Mi papá empezó a trabajar ahí, y luego, en el 85, después del terremoto, que tengo entendido fue “la gota que derramó el vaso”, mis padres decidieron mudarse de regreso a Aguascalientes, y, aunque al inicio mi papá estuvo dando clases un tiempo en la universidad, empezó con un negocio de desarrollo de software propio. En el 86 empezaría el negocio al que le hemos dedicado, entre mi papá y yo, más de 40 años/hombre de trabajo.
Recuerdo en ese entonces las muchas veces que me ponía a espaldas de mi papá, y venía la pantalla azul del Borland Pascal. Ya no fue sobre una computadora Apple, sino alguna IBM, o los “clones”, que empezaron a tomar el mercado. Aún así, en las revistas de computación, que estaban siempre disponibles, veía en ocasiones anuncios de las Apple Macintosh. La tipografía que usaban por alguna razón se me quedó siempre muy grabada. Los colores y diseños de las computadoras, la interfaz, que siempre me llamó muchísimo la atención. Me gustaba, aún sin haberla usado nunca.
Entre libros, revistas, manuales, los 15 ó 20 floppy disks de instalación del Borland C++ 6.0 (o era otra versión? ya no recuerdo), en 1996 empecé a trabajar de tiempo completo en la empresa.
Recuerdo ver las listas de precios de algún distribuidor, Ingram casi siempre, y me fijaba lo que costaban las Macintosh. Sueños lejanos, definitivamente. Pero aún así, sueños. Siempre quise tener una Mac.
Entrando en la Universidad, en alguno de los laboratorios de cómputo tenían unas pocas PowerMac G4. Ya había regresado como CEO “temporal” Steve Jobs, y su mano empezaba a levantar Apple de la casi quiebra. Esto fue en 1999. Las PowerPC tenían esos colores llamativos y las carcasas de plástico traslúcido (que, realmente, nunca me gustaron demasiado)
Unos años después por fin pude cumplir mi sueño de comprar una Mac. Mi primera Mac. Fue una PowerMac G5. Creo que la compré en 2005. Tengo las fotos de cuando la desempaqué. Estaba realmente maravillado del diseño, la simplicidad por dentro y por fuera. Un año después sucedería un cambio radical en la historia de Apple: comenzarían a usar procesadores Intel. En el 2006 vendí la PowerMac y me compré una Mac Pro. Que es con la que he trabajado desde ese entonces, y en la que estoy escribiendo este texto. No recuerdo ya cuándo compré mi primer iPod, pero recuerdo cómo nos reímos, el Primo, Foyelo y yo, en el cine, viendo Wall-e, cuando carga sus baterías y suena el “dong” de inicio de todas las Macs.
Mucha gente dirá que Apple/Steve Jobs cambió sus vidas. Y en muchos casos, estoy seguro, tendrán sentido y no será simplemente hipérbole. La manera de comunicarnos ha cambiado definitiva y enormemente desde los 90s hasta hoy, y Steve Jobs cambió, de primera mano (así como lo han hecho otros – quizás pocos – personajes, como Bill Gates) muchos aspectos de lo que conocemos hoy como el mundo moderno. Llevo 15 años dedicado de manera profesional al desarrollo de software, y conozco de primera fila este mundo.
Yo soy una de esas personas, y en mi caso, es cierto en un nivel inclusive más profundo. No sé qué sería de mi, qué haría, realmente, si no me dedicara al negocio de la computación. Y dedicarme a esto se lo debo al “simple hecho” de que mi padre tuviera un negocio de desarrollo de software. Y, si la historia que conozco es realmente así, este negocio que tenemos es gracias a que mi papá se metió en el negocio de la computación en la Ciudad de México, a inicios de los 80s, en una empresa que hacía software para computadoras Apple. Si no hubiera sido así quizás él hubiera seguido en el ámbito universitario y yo, honestamente, no sé qué haría. Pero creo que muy probablemente no me dedicaría al desarrollo de software, y eso hubiera cambiado mi vida completa y totalmente. Quizás, aún si me dedicara a eso, mi vida sería muy diferente, que tener un negocio propio, y lo que eso ha implicado en mi vida. Estoy seguro (como puede uno estarlo en estos casos) que no estaría ahora en Europa (aún cuando aquí no estoy precisamente por razones del negocio, las circunstancias que me trajeron aquí sí dependen totalmente de lo que era mi vida en el 2009, y eso, indudablemente, implica el negocio). Quizás me hubiera dedicado también a la enseñanza? No lo sé. Desde que tengo memoria, mi vida siempre ha estado rodeada de computadoras, de código, algoritmos y callstacks. Esa pantalla azul del editor de Borland me ha acompañado por innumerables horas, aún en las pocas cosas que he hecho en XCode, el compilador de Apple. No puedo imaginarme otra vida que la que tengo, y, con unas pocas indirecciones, esta vida, este negocio, nació gracias a que Steve Jobs creó junto con Steve Wozniak, a Apple, hace poco más de 35 años.
Descanse en paz, Steve Jobs.
Leave a Reply