La elección del 2012 en México – Mi opinión
¿Qué sucedió en las elecciones, según yo?
México demostró que puede más un amor de telenovela que… un sueño de hadas. Y sí, me refiero a EPN y a AMLO, respectivamente.
Mucha gente está ahora desgarrándose las vestiduras, diciendo que fue fraude, que AMLO realmente ganó, que tenía que ganar, etc. Yo estoy seguro que hubo muchas irregularidades en la elección. Muchísimas. Como en todas las elecciones. Y, ojo, por todos los partidos. Obviamente los que se quejan son los que pierden y por eso es que salen ahora más las cosas que se han encontrado extrañas con respecto al triunfo de EPN, pero estoy convencido que si hubiera sido al revés, el lado contrario, los seguidores de EPN, estarían encontrando las irregularidades de AMLO. Que seguramente no serán tantas como las del PRI, a fin de cuentas tienen, no podemos negarlo, muchos años más de experiencia en ese departamento, pero existirían. No podemos hacer de lado el apoyo que ha existido por el PRD en el DF a los candidatos de su partido, utilizando recursos iguales a los que se usan en los demás partidos. Es siempre mucho más fácil notar las cosas malas que las buenas, lo hacemos todos, muy posiblemente todos los días. Podemos caminar quizás 2 kilómetros sin ningún percance, y por un tropiezo minúsculo podemos decir que “fue horrible el trayecto”.
¿Fueron suficientes esas irregularidades para que la diferencia en votos sea de 3 millones y medio? Honestamente no lo creo. ¿Porqué? Estamos hablando de 3 estados de Aguascalientes completos, incluidos los menores de 18 años. A mi me cuesta trabajo visualizar un fraude, a estas alturas de la historia, de tal magnitud. 100,000 votos… 500,000 votos… quizás sí. Y ya me veo forzado. 3 millones y medio de votos… muy difícilmente. No hay que olvidar que en la organización y el conteo de las elecciones participan ciudadanos, cada uno con sus propias convicciones políticas, y éstos son observados por los representantes de cada casilla y los observadores electorales, gente como cualquiera de nosotros que decide acreditarse ante el IFE para observar el proceso, desde dentro.
Además… queda el hecho de que los resultados en las Cámaras de Diputados y las de Senadores son más uniformes, y ninguna fuerza política obtuvo la mayoría absoluta. Si el PRI quisiera hacer trampa, ¿no sería de esperarse que también lo hiciera en esos rubros? Es la única manera de asegurarse el poder completo dentro del gobierno.
Ahora que se recuente el 50% de las casillas se podrá saber si efectivamente hubo un margen de error, o de manipulación, si es que prefieren esa palabra, que pueda repercutir en la elección. Mi creencia es que encontrarán irregularidades, repartidas más o menos uniformemente entre los 3 candidatos, y el resultado neto será más o menos el mismo. Seré la primera persona en “aplaudir” (entre comillas porque no tendría nada de bueno) si resulta que efectivamente hubo una manipulación mucho mayor, y que hay que recontar el otro 50%, o si de esa mismo reconteo se encuentra que el ganador es otro. Pero, desgraciadamente, creo que el resultado neto no cambiará demasiado, como no lo cambió en el 2006.
¿Y porqué digo desgraciadamente? Es que soy partidario de López Obrador? Para nada. Not at all. ¿Entonces? ¿Le voy al PRI, estoy feliz de que haya ganado EPN? Mucho menos! Pero vamos por partes.
Enrique Peña Nieto. Creo que no está a la altura para dirigir al país. Creo firmemente que el presidente de un país debería de ser alguien superior, en todos o la gran mayoría de los aspectos, que la mayoría de la ciudadanía a la que gobierna. No le pido que sea físico teórico (aunque seguramente ayudaría), pero ¿cómo se puede aspirar a gobernar si uno no es mejor que los demás? Si no fuera así sería pedirle conducir el coche a la única persona que no lo pudiera hacer. Y en mejor no me refiero al “proverbialmente” mejor persona. Mejor en intelecto, en capacidad de diálogo, en capacidad de escucha, en idiomas, en lectura, en educación, en modales. Y un largo etcétera. Esas características que permitieran decir: ok, sabe mejor que yo lo que el país necesita, así que puedo confiar en él. Y para los aspectos en los que no fuera mejor que los demás ciudadanos, debería de rodearse de gente que así lo fuera. El gobierno, en resumen, debería de ser el conjunto de la mejor gente que dispone el país, en todas las áreas en donde el gobierno tenga que tomar decisiones, responder por los ciudadanos. ¿Peña Nieto cumple con éstas características? Pues hasta donde puedo ver, no. No conozco todavía los nombres de su gabinete, pero alguien que llega con tal cantidad de favores y de deudas por pagar… es muy posible que ponga en su gabinete a la gente a la que le debe, no a la mejor gente, que vamos, si no es el mejor de todos, cuando menos que se rodeara de la mejor gente. Ya no discutiré los osos que cometió en su campaña, que pueden hablar mucho o poco de su capacidad intelectual y su capacidad para gobernar. El presidente de una nación debería poder hablar cuando menos 3 ó 4 idiomas fluidamente. Debería leer 3 ó 4 libros al mes. Debería no tener miedo de poner el dedo en la llaga sobre los malos manejos y los fraudes y robos cometidos por miembros de su propio partido, o de su propia gente de confianza, como el caso de la presidenta de Brasil, que ha corrido a muchos de sus ministros por irregularidades. Debería de ser mucho más que una cara bonita, con una esposa guapa, y una enorme mercadotecnia apoyándolo y promocionándolo desde años atrás.
Andrés Manuel López Obrador. Puedo decir sin ningún reparo que NO voté por AMLO en el 2006. Voté por Felipe Calderón, así como voté por Fox en el 2000. ¿Estas elecciones? No, tampoco… Siendo totalmente claro: no voté. Por razones múltiples, la más importante de ellas que vivo fuera de México y que, aunque inicié el trámite del registro de votantes en el extranjero, los días que lo tenía que enviar tuve una salida imprevista, y no alcancé a registrarme. Pero, ¿hubiera votado por AMLO? No, tampoco. Y las razones son más o menos las mismas que en el 2006, aunque él, en mi opinión, mejoró muchísimo su campaña en ésta ocasión. Ya no sólo era el mesías que nos iba a salvar y llevar por buen camino, en éste caso nos mostró cuál podría ser ese buen camino. Y eso estuvo perfecto. De todos los candidatos, hasta donde sé, fue el único que se propuso hacer un plan, un proyecto de nación, y uno que, cuando menos por el vídeo que estuvo circulando hace unas semanas, era muy atractivo. Nos iba a llevar al primer mundo. Y bueno, eso no puede estar mal, ¿verdad? El único pequeño problema es que se le olvidó decir 1) cuánto costaría ese proyecto de nación y 2) cómo le haría para pagar eso que prometió. Hasta donde recuerdo sólo circula por ahí la cantidad esa de lo que ahorraría acabando con la corrupción (que no dijo claramente cómo acabaría con ella tampoco, pues la corrupción es un problema no sólo de los funcionarios, sino de la mentalidad y la gente mexicana, que llevamos desde la Colonia viviendo con esa “costumbre”, así que aún cambiando a todos los funcionarios, el pueblo seguiría intentando sobornar). Y bueno, no soy ingeniero o economista, pero me parece que esa cantidad muy apenas alcanzaría para hacer unas pocas de los cientos de cosas que prometió en su proyecto de nación. Construir un tren no es cosa barata (y si no que le pregunten a los rusos, con la construcción a principios de 1900 del Transiberiano) así que hacer toda la infraestructura de tren que propuso, más el tren bala, me parece que es un sueño inalcanzable. Darle acceso al 100% de los estudiantes que quieran estudiar la universidad… como buen deseo está muy bien, pero… ¿queremos formar gente de calidad, o simplemente repartir títulos universitarios por doquier? Si los promedios a nivel nacional de salida de Bachillerato siempre fueran de 9 o superior lo entendería, todos realmente quieren estudiar (¡y se esfuerzan y lo demuestran!), pero no es así, y el hecho de que haya plazas limitadas debería de hacer que los alumnos se esforzaran por sacar mejores calificaciones en Bachillerato… y así poder entrar fácilmente a la universidad (pues en teoría sólo entran los “mejores” – ven algún tema repitiéndose?), pero aún así las calificaciones y promedios nacionales son… vergonzosos. En fin. Su propuesta está llena de buenas ideas, de excelentes ideas, pero le falta el segundo ingrediente más importante: el cómo. Mientras no haya un plan claro y viable para cumplir las promesas de campaña, seguirán siendo promesas de campaña – inclumplidas – 6 años después. Y yo por promesas inviables me rehúso a votar – Por cierto, tengo aquí un par de puentes a la venta, a alguien le interesan? (espero que se entienda el chiste)
¿Porqué entonces, si es que ninguno de los dos candidatos hubiera recibido mi voto, considero como “desgraciado” que EPN haya ganado? Me queda claro, y me quedaba claro que alguno de los dos sería el ganador antes de las elecciones. Pero creo que ninguno de los dos merece, por las razones expuestas anteriormente, ser presidente de México.
Por un lado tenemos el regreso al poder de un partido que acabó con gran parte de la riqueza del país, y con las esperanzas de muchos mexicanos durante 80 años, y que además ha demostrado, con muchos ejemplos claros y muy visibles durante estos 12 años que estuvo fuera, que sigue siendo más o menos el mismo partido. ¿Supongo que recordarán a Moreira, o a el Gober Precioso? Tenemos la llegada de un personaje que ha sido proclamado y mercadeado como cualquier otro ídolo de juventud, con capacidades intelectuales poco claras, y un pasado, cuando menos del partido al que representa, completamente manchado por todos lados. Es muy gracioso, y en gran parte porque es real, todos esos memes (bromas en internet) que se han hecho sobre las llamadas de felicitación en inglés que le han hecho los demás mandatarios mundiales. Tenemos otra vez el claro ejemplo de la genialidad mexicana, en donde a veces no nos queda más que reír, como el chiste que hacían sobre el mejor negocio del país, en época de CSG, el “Carlos & Charles”. Chiste o no, el hombre más rico del mundo ahora es Carlos Slim.
Y por otro lado, de haber ganado AMLO, tendríamos la llegada al poder de alguien que ha demostrado en diversas ocasiones que no es una persona tolerante o que sepa dialogar. Alguien a quien cuando las cosas no salen bien, en vez de “negociar”, descalifica. Alguien para quien la democracia sólo existe si el resultado le favorece. Un presidente no puede tener esa actitud. Tendríamos a éste caudillo comprometido con sus millones de seguidores a realizar los sueños que prometió, y entonces, arriesgar el país (si efectivamente se lanzara a intentar cumplirlos) y lo poco o mucho que se ha logrado en los últimos años para cumplir dichos sueños, de una manera que pueda traer más problemas que beneficios. Es decir, endeudarnos, endeudarnos, y más endeudarnos: es básicamente la única manera de cumplir lo prometido; cómo indica éste artículo el 90% del presupuesto es, a efectos prácticos, inamovible. Es decir, que sólo tendría el 10% del presupuesto “disponible” para intentar hacer y lograr todo lo que prometió, más lo que consiga… bajando impuestos? Ah, claro, olvidé decir: prometió quitar impuestos, además de todo. Sigo teniendo a la venta un par de puentes, seguros que a nadie le interesa? les prometo que de verdad existen!
¿No hay esperanza, pues?
No tanto. El país ha crecido. El país ha mejorado. Ahora sabemos lo que es la alternancia. Lo que significa una verdadera democracia. Tenemos la experiencia de gobiernos de diversos colores en muchos estados del país. No debemos olvidar que el país tiene ya 12 años de estabilidad macroeconómica (estabilidad en la paridad del peso, una inflación moderada, etc.) y que ahora el gobierno entregará al siguiente presidente reservas nacionales por máximos históricos (equivalentes más o menos al dinero que destinará la Unión Europea completa para su plan de crecimiento)
Pero…
Tampoco debemos olvidar que la democracia significa tener y mantener a las lacras de los partidos políticos (todos por igual, mientras el pueblo los mantenga, para mi serán lacras). No debemos olvidar que estamos inmersos en una guerra contra el narco que ha costado muchas vidas, y que es una guerra que tenemos perdida, mientras sigamos siendo vecinos de los Estados Unidos (y sean el consumidor #1 de drogas, y el fabricante #1 de armas). No tenemos que olvidar que las desigualdades sociales siguen aumentando en el país. Que el nivel educativo sigue siendo pésimo (o quizás vaya empeorando), en gran parte gracias a que los maestros no aceptan que se les evalúe, y con eso saber si la gente que nos educa realmente tiene la capacidad para educarnos… y nadie hace nada por quitarle poder a ese sindicato que sólo fastidia con el bien más preciado de cualquier país: su juventud. Y un enorme y triste etcétera.
México tiene mucho, muchísimo qué mejorar. Eso es claro.
¿Y cómo se logrará eso?
Como se ha dicho en muchos lados del ciberespacio, los problemas no los solucionarán los Presidentes. Los problemas los solucionamos todos los mexicanos, cada uno en su pequeño rincón. Cada uno haciendo sus deberes como ciudadano. Cada uno pagando sus impuestos. Cada uno leyendo más libros, y viendo menos televisión. Cada uno negociando con sus vecinos sobre los aspectos de la comunidad que estén fallando. Cada uno exigiendo a sus representantes electos lo que no les parezca bien, lo que quisieran cambiar, lo que vean de corrupción. Cada uno dejando de ofrecer mordida para agilizar los trámites, o para poder pasar con el coche con placas de fuera del DF por el DF sin que los agentes de tránsito nos detengan con cualquier pretexto.
Pero, ¿qué nos queda de ésta elección entonces?
Nos queda más o menos el mismo resultado que tenemos desde los últimos años. Un gobierno en donde no hay una mayoría absoluta que permita hacer cambios o reformas a gran escala, como comenta éste artículo. Nos queda un gobierno en donde el Presidente es de un color, y la cámara de diputados y senadores están repartidos. En donde las propuestas del presidente, sea quien sea, se enfrentan usualmente contra una pared, y no avanzarán. Nos queda entender que nuestras ideas (religiones, equipos de fútbol, líderes políticos) no serán siempre las “correctas”. Que la libertad de uno empieza donde termina la del otro. Haya ganado quien haya ganado, si no hay un acuerdo en las cámaras para apoyar las promesas y propuestas del presidente, dichas propuestas NO avanzarán. Se quedarán en buenas intenciones, y el país seguirá inmerso en la inmovilidad y la falta de reformas a gran escala. Yo no sé si privatizar PEMEX es o no una buena idea. No dispongo de la información suficiente para poder decirlo y sentirme tranquilo diciéndolo. Pero estoy seguro que si las cosas siguen como están… bueno, seguirán como están dentro de 6 años. Independientemente del color y de las intenciones del Presidente en turno. Y mientras los que – en teoría al menos – lo saben, y puedan tomar las mejores decisiones, sigan preocupados más por conseguir su siguiente puesto, o el de alguno de sus amigos, patrocionadores o partidos, o decidan que no van a apoyar nada del presidente en turno porque se sienten defraudados, o cualquiera de los otros pretextos (ojo, pretextos, no razones) para no ponerse a trabajar y sacar adelante las reformas que el país necesita, entonces serán otros 6 años de más o menos lo mismo.
Pero NO podemos (ni debemos) comparar la situación política actual con la que existía con Echeverria, o con Salinas de Gortari. Seamos objetivos, aún si regresa el PRI a la presidencia, no significa que regresemos 70 años los relojes. Según los resultados electorales, las cámaras quedaron casi uniformemente repartidas. Sea AMLO o EPN quien tenga el cargo de Presidente, no podrá hacer y deshacer a sus anchas como lo hicieron aquellos presidentes de la época dorada del PRI. En ese sentido, creo, no estamos tan mal: cuando menos tengo la esperanza de que cuando salga el siguiente presidente en el 2018 México siga teniendo reservas mundiales históricas, como ahora.
Pero me duele México. Me duele que en Coahuila, aún después del Moreirazo, hayan votado así por el PRI. Me duele ver que la gente haya creído, tanto en el PRI como en el PRD, en un producto de la mercadotecnia, el caso del PRI, o puros sueños, el caso del PRD, y nada de sustancia. Seguramente el que más triste habla de nosotros es el caso del “ídolo juvenil de telenovela” y las promesas vacías de EPN. En que la gente siga convenciéndose de votar por un candidato más por el marketing y sus buenos looks, sin considerar importantes los enormes despliegues de falta de capacidad. Entiendo que uno se pueda poner nervioso y el inglés le falle, o se quede en blanco de los libros que ha leído. Pero un Presidente no puede ponerse nervioso y fallar así; en público cuando menos no lo acepto. ¿Qué pasa si el día de mañana se encuentra en la situación que se encontró Obama, cuando tuvo que decidir dar el go-ahead para la captura y asesinato de Osama Bin Laden? ¿Se quedará en blanco, y se le olvidará lo que tiene que hacer? Un Presidente tiene que ser el mejor de los ciudadanos. Eso implica tener absoluto control sobre cualquier tema que pueda presentarse. ¡No vas a una feria del libro sin preguntarle cuando menos a tus asesores cuáles serían los libros mejor recibidos si te preguntan algo sobre libros, que sería lo lógico!. Improvisas, en el peor de los casos. Pero ¡no puede temblarte la mano! El presidente tiene que dominar su entorno (no nada más dentro de su partido, sino a un nivel más general), inspirar confianza. EPN, en mi opinión, no tiene ninguna de éstas características (o no las dejó ver en su camapaña), y por eso me duele que la gente haya votado así, por un artista de los medios. No necesitamos a alguien que sólo esté cómodo en las cámaras, como un simple actor. No quiero elegir un presidente como elegiría qué par de zapatos comprar, usando esa misma lógica (aunque quizás esa es todavía más lógica que lo que hacemos en la política). Mientras la política nos trate así, y, más importante aún, mientras nos dejemos tratar así por la política y los políticos, nos mereceremos el gobierno que tengamos.
Como última reflección, yo digo: si el pueblo de México, en general, dejó que los políticos y los partidos, de cualquier color, compraran su voto con tarjetas de Soriana, con dinero en efectivo, con despensas, o con lo que sea, el problema no es de los partidos y de los políticos, el problema es de los que recibieron y aceptaron (además tontamente pues el voto es secreto) vender su voto a cambio de eso. Para mi es igual de grave ese problema a que la gente crea sueños inviables, o simplemente siga a su candidato por sus buenos looks y la mercadotecnia detrás. Simplemente habla de que como país, nos hace falta todavía mucho que madurar.
Entonces, ¿qué podemos hacer?
Creo que lo más importante, como lo comenté más arriba, es exigir.
- Exigir a todos. Los ciudadanos y los funcionarios por igual.
- Exigirle a los trabajadores de gobierno que efectivamente trabajen. Y trabajar nosotros en nuestro ámbito, para sacar adelante a México.
- Exigirle a nuestros representantes electos que cumplan sus promesas: los invito a documentar todas las promesas de campaña de los candidatos que fueron elegidos, para el cargo que haya sido, y estar, una vez al mes, cuestionándolos sobre cómo van en su cumplimiento.
- Exigirle a los medios que reporten con claridad, con honestidad, con transparencia. Que den entrada a ideas contrarias a las de la línea oficial.
- Oponerse completamente a que los gobiernos municipales, estatales y federales, utilicen dinero del erario público para promocionar las obras y las cosas que hacen. Las buenas obran hablan por sí mismas. A la gente a la que le servirá un nuevo hospital o autopista no necesita que se lo recuerden, y a todos los demás ciudadanos no les sirve absolutamente de nada que se los digan. En el fondo, como lo demostró claramente EPN, aparecer en televisión 5 años seguidos diciendo que el Estado de México ha hecho X o Y cosa es una forma descarada pero completamente legal actualmente de hacerse promoción para el siguiente brinco político. Y esto sucede en todos y cada uno de los estados y municipios del país (y sus respectivos colores) porque lo permitimos.
- Entender que los problemas del país no se resolverán mágicamente, de un día para otro, dependiendo del color que nos gobierne. Por lo tanto, exigir entonces una justificación y un plan de trabajo a nuestros candidatos a puestos de elección popular en donde nos convenzan no sólo de los sueños que prometen, sino de la viabilidad de los mismos.
- Leer. Un libro al mes, cuando menos. Y no, TVNovelas o alguna de las muchas revistas estúpidas como esa no cuentan como libro.
- Educarnos. Exigir mejores maestros, y que demuestren ser mejores maestros.
- Aceptar que una democracia, al final, son dos leones y una oveja decidiendo qué van a cenar. En éste caso, los leones fueron la falta de preparación, de análisis, de razonamiento, de madurez, por parte del electorado mexicano.
No siempre se gana, hay que saber perder.
P.D. Agradezco a José Luis Gómez sus observaciones y correcciones sobre este artículo, y los invito a leer su reflexión sobre las elecciones, aquí.
P.D. El “chiste” sobre los puentes es un recurso que he visto usado en diversos blogs, especialmente de Estados Unidos, en donde al ver que alguien se cree lo que sea, se le intenta vender un puente. Sé que un chiste explicado pierde su gracia, pero lo pongo por “completez”
Este pequeño artículo, como dice el título, no es más que mi opinión. Y, cada quien tiene opiniones, claro está, y todas las opiniones son igual de buenas (o malas… o son, simplemente). Habrá gente de acuerdo, muchos otros en desacuerdo, pero, al final, de esto se trata el publicarlo: Una discusión sana siempre será bien recibida (¡y es lo que necesita aprender México!). Ataques e insultos… a menos de que sean divertidos y creativos – y en mi sitio yo decido qué es divertido y creativo – posiblemente no sean aceptados 🙂
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